Por Celeste Gómez
Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe lideran el podio de cantidad de apiarios cada 100.000 habitantes. En el caso de Entre Ríos, casi septuplica la cantidad de apiarios distribuidos en Buenos Aires.
En la región NEA, Mirta Cabrera asegura que desde el punto de vista botánico, es posible encontrar mieles provenientes de plantas nativas, autóctonas y de la zona. “Específicamente de árboles, pero también plantas herbáceas y plantas acuáticas”, comenta. En ese sentido, la especialista detalla que “es posible obtener miel de eucalipto, miel de citrus, miel de algarrobo, miel de quebracho colorado chaqueño, quebracho colorado santiagueño, de las palmeras, de los herbales, de la eugenia uniflora y otra diversidad de especies nativas que hay en la región”. Como vemos, a las abejas también les cuesta decidir sobre las plantas a consumir.
¿Cuál es la abeja que puede decir “esta miel la hice yo”?
José Saramago
Al recorrer un supermercado repleto de mieles para untar, sólo nos irrumpe un sinfín de ideas y deseos para combinarlas con nuestros platos preferidos. Estarán quienes se decidan por alguna a partir de su color, el diseño de su etiqueta o envase, la cantidad de azúcares que contiene, mientras que unos otros, tal vez, pensarán "qué fantástico que esto lo hagan insectos con el cerebro del tamaño de una semilla". Contaremos con las manos a los que, al elegir alguna, piensen en el sacrificio de toda una colonia de hembras obreras que trabajaron de cuatro a seis meses para llenar ese frasco de dulce que adornará sus tostadas en el desayuno. Lo cierto es que, en un pote de miel, se esconden más historias de las que imaginamos.
La abeja doméstica, aquella que vemos en las ciudades, se llama Apis mellifera. No es la única. Alrededor de todo el mundo hay más de 20.000 especies distintas. En Argentina, se reconocieron más de 1.100 tipos de abejas silvestres, las cuales están agrupadas en cinco grandes familias: Colletidae, Andrenidae, Halictidae, Megachilidae y Apidae. Como en toda familia y cualquier círculo social, cada una se comporta de distinto modo. Algunas son solitarias, otras sociales y otras parásitas. Ahora bien ¿cómo conviven entre sí?, las abejas ¿tendrán un buen ambiente laboral en sus colonias?
Es ahí cuando intervienen los apicultores. El inspector apícola y coordinador del Programa de Desarrollo Apícola del Ministerio de Producción y Ambiente de Formosa, Alfredo Caballero, explica que el rol de los productores y productoras es “revisar, sanitizar y prever la cantidad de individuos que residen en las colonias”. Cada una está compuesta por una abeja reina, abejas obreras y zánganos. En ese contexto, “el apicultor garantiza que no haya competencias dentro de la colonia y las abejas tengan una población estable y organizada”. Un dato curioso es que Martín Braunstein, el criador de abejas reinas argentino, define a la colmena como “el ejemplo más exitoso del comunismo” porque las que mandan en la colmena son las obreras y la reina sólo es una esclava que depende de ellas para alimentarse y sobrevivir. Desde este punto de vista, en cada colmena se aplica una “dictadura del proletariado”.
APIARIOS | Cada abeja en su colmena y no se meta en la ajena
Imagen libre de Pexels
Los apiarios son un conjunto de colmenas que pertenecen a un apicultor o apicultora. En general, las colmenas son compradas por los productores y están ubicadas en zonas en las cuales se desarrolla la agricultura, porque las abejas no sólo nos dan miel para pintar las medialunas, sino que además favorecen la polinización y el aumento de las cosechas de otros alimentos o plantas.
Los últimos datos del Registro Nacional de Productores Apícolas (RENAPA) muestran que en Argentina hay 17.015 productores registrados, 48.804 apiarios que incluyen un total de 3.793.294 colmenas. Se estima que en cada colmena puede haber desde 20 mil hasta 80 mil individuos. Sería imposible contar y sistematizar cada abeja y zángano que habita una colmena pero, aunque el número suene inmenso e inimaginable, los especialistas aseguran que faltan muchísimas más abejas para polinizar los cultivos de manera inteligente y reducir la utilización de agroquímicos.
Veamos entonces cuántos apiarios hay en Argentina:
Como vemos, Buenos Aires es la provincia que concentra la mayor cantidad de apiarios a nivel país. Ahora bien, al aplicar una tasa determinada de habitantes para realizar comparaciones sin perder de vista las dimensiones geográficas de cada provincia, el panorama es distinto:
Algo similar ocurre cuando visualizamos las localidades (o departamentos) con más apiarios dentro de cada provincia. Si bien la mayor producción apícola en Argentina se concentra en Buenos Aires, podemos asegurar que la localidad con más apiarios no está ahí, sino en Santa Fe, en la ciudad de San Cristóbal, seguido de Paraná, en Entre Ríos.
IDENTIDAD DE LA MIEL | Año de miel, año de bien
Así como hay diferencias en el nivel de producción de miel, también las hay entre los clientes que las consumen. Una persona que vive en la zona patagónica de Neuquén o Río Negro, cuando va al supermercado a comprar el dulce para una receta, no espera de este producto lo mismo que esperaría una persona que vive en la región nordeste. Esto se da por múltiples factores. El principal, es que la identidad de la miel es distinta según el lugar del país en el que vivas.
Mirta Cabrera, Doctora del área de Recursos Naturales de la Universidad Nacional del Nordeste y co-directora del Laboratorio de Calidad de Miel de la Universidad Nacional de Formosa, explica que “en Argentina hay una diversidad de regiones fitogeográficas, una diversidad de climas, de flora y fauna, que produce condiciones óptimas y favorables para la producción de distintos tipos de mieles”.
TIPOS DE MIELES | Azúcar, flores y muchos colores
En la región NEA, Mirta Cabrera asegura que desde el punto de vista botánico, es posible encontrar mieles provenientes de plantas nativas, autóctonas y de la zona. “Específicamente de árboles, pero también plantas herbáceas y plantas acuáticas”, comenta. En ese sentido, la especialista detalla que “es posible obtener miel de eucalipto, miel de citrus, miel de algarrobo, miel de quebracho colorado chaqueño, quebracho colorado santiagueño, de las palmeras, de los herbales, de la eugenia uniflora y otra diversidad de especies nativas que hay en la región”. Como vemos, a las abejas también les cuesta decidir sobre las plantas a consumir.
En cuanto a las características de la miel del nordeste sobre las de otras zonas, también hay diferencias. “Nuestras mieles son, en su mayoría, bien oscuras. Por lo tanto, cristalizan lentamente. Si nos referimos a las características sensoriales, son bien aromáticas, muy intensas, muy dulces, florales, frutales, frescas. Las mieles del este de Formosa tienen una nota particular relacionada con el regaliz, un descriptor de la familia de aromas del fresco, típico de la zona”, detalla. Además, Cabrera afirma que en el NEA las mieles tienen una alta conductividad eléctrica y PH elevado, lo cual “garantiza algunas de las condiciones que se ajustan a los parámetros de calidad establecidos por el Código Alimentario Argentino y las normas Mercosur.”
En la región pampeana o centro, podemos encontrar miel de caa tay, de pradera, de naranja, de girasol, de flor amarilla, entre otras. Sobre estas, la co-directora del Laboratorio de Calidad de Miel explica que “son mieles que cristalizan rápidamente, tienen aromas de baja intensidad, son cálidas, poco frutadas, de color claro, blancas o ámbar claro. Muy pocas son de color oscuro, aunque también tienen buena calidad.”
El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, detalla en su Mapa Regional de Identidad de las mieles que en la región NOA, patagonia y cuyo se produce miel de limón, multiflorales, atamisqui, de flor azul y demás tipos de productos con características propias.
PRODUCCIÓN Y EXPORTACIÓN | Si pides miel, mira a quién
Según las últimas cifras de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en 2020, Argentina exportó 68.986 toneladas de miel a distintos países del mundo. En el marco de la comercialización, el inspector apícola Alfredo Caballero opina que es preciso que la apicultura deje de ser un hobbie y se convierta en actividad primaria de los productores. “Eso lo vamos a lograr cuando elevemos el volumen de miel y abramos nuevos puentes de comercialización. También, es importantísimo que se involucren las nuevas generaciones porque, como en toda actividad rural, nos estamos quedando sin jóvenes dentro del rubro.”
ABEJAS Y CAMBIO CLIMÁTICO | La abeja más viva, no pica la flor marchita
Tenemos mieles de todos los aromas y sabores. Sin embargo, no todo en la vida es color ámbar amanecer. La casa de la abeja no es una colmena, sino todo el hábitat natural y se está destruyendo. El modelo productivo del hombre transforma la tierra, desaparece montes y pastizales para convertirlos en campos de producción. Las abejas, al igual que otros polinizadores, tienen menos biodiversidad para ingerir proteínas y sobrevivir. Paralelamente, el impacto del cambio climático y la utilización de agrotóxicos en zonas rurales empeoran esta situación. Sobre esto, Alfredo Caballero, responsable del Programa Apícola de Formosa, agrega que “si las lluvias o floraciones se adelantan o se atrasan, si hay sequías o inundaciones prolongadas, las abejas se ven perjudicadas. No es un dato menor porque ellas son polinizadoras y se alimentan de flores”.
Según el Ministerio de Ambiente de la Nación, desde el 2019 hasta septiembre del 2022 se registraron más de 7.300 incendios que afectaron a más de 2.400.000 hectáreas en Argentina. “Las últimas sequías e incendios afectan muchísimo teniendo en cuenta que, más allá de que los incendios -que son por demás peligrosos-, las abejas se van con el humo. Se fugan, es su enemigo natural”, asegura Caballero. El fuego arrasa con todo a su paso: tierras, fauna y flora. En el caso de los humos, se expanden mucho más allá del foco de incendio.
Imagen satelital de los incendios en el Paraná. Fuente: Télam
Para Caballero, la toma de conciencia va más allá de los consejos que puedan darse, significa cambiar toda nuestra cultura: “En Formosa, por ejemplo, la quema de pastizales y basura es un hecho cultural, algo que se hizo siempre, pero hay que revertirlo capacitando a los productores, dialogando con la comunidad, ponerlo en práctica”. Por su parte, Cabrera sostiene que los aspectos culturales definen, no sólo la relación con el cuidado del ambiente, sino también el consumo de la miel: “Argentina consume muy poca miel por persona (menos de 200 grs), no estamos habituados ni tenemos la cultura de consumir la miel siendo un producto natural, saludable, con contenido mineral, antioxidantes, flavonoides necesarios para tener una buena salud y prevenir enfermedades cardiovasculares”. A la vez, considera que Argentina “tiene un enorme desafío en cuanto a las condiciones climáticas”, ya que científicos evidenciaron la pérdida de colmenas. “Hay importantes pérdidas, mortandad de abejas. Es una realidad preocupante a nivel mundial, no sólo en nuestro país. Las estadísticas son alarmantes”, comenta. En relación a las posibles respuestas a esta problemática, Cabrera sostiene que la comunidad científica, educativa y los gobiernos deben actuar en conjunto para buscar posibles soluciones. También, agrega que las abejas “dan un servicio ecosistémico gratuito para el desarrollo de la humanidad. Hay que tenerlo en cuenta, es un llamado de atención que tenemos que considerar, sobretodo los gobiernos.”
El equipo de trabajo en los apiarios es muy chico (una o dos personas en cada uno) y, en general, se realiza de manera autodidacta. El cambio climático y el deterioro del hábitat, en cambio, avanzan a pasos agigantados. Por eso la transformación debe ser total e inmediata. Cuando veamos un enjambre de abejas en la calle, de avispas u otros polinizadores, recordemos que sólo están trabajando y tratando de sobrevivir. Cuando apreciemos los resultados de una cosecha, sepamos que se logró, en parte, por las abejas. Este proceso nos afecta a todos.
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